Su existencia se remonta a la antigüedad, en el seno del nacimiento de la filosofía. En la actualidad es especialmente útil a la hora de realizar aportes a la ciencia mediante el establecimiento de parámetros correctos e incorrectos para teorizar y para procesar la información que se suscita de la experimentación.
Como se ha sugerido, la lógica tiene una larga trayectoria entre nosotros. Sus comienzos se remontan a la Grecia clásica, cuna de la filosofía y de nuestra civilización occidental. Allí Aristóteles desarrollo un recuento de procedimientos formales denominado “Órgano”. Esta obra fue una de las primeras exposiciones en la materia y sus principios permanecieron a lo largo de la historia.
Así, a Aristóteles le debemos la informatización de los denominados silogismos.
Este tipo de lógica se sustenta en una serie de criterios que deben respetarse. Uno de estos criterios es el principio de no contradicción, que establece que es imposible la veracidad a la vez de dos enunciados contradictorios.
El segundo de estos criterios establece que existe identidad de un enunciado con respecto a sí mismo. Finalmente, el tercero afirma que entre dos enunciados contrarios, uno de los mismos debe considerarse verdadero; esto es así por la imposibilidad de que exista una tercera variante.
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